"No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante."
  • Ernesto Che Guevara

viernes, 13 de marzo de 2015

Sobre la falacia del egoismo humano.

Sobre el artículo anterior, ''tópicos del capitalismo acerca de sí mismo'', querría hacer una consideración más acerca del argumento ''el hombre es egoísta por naturaleza. Este concepto, como ya hemos dicho ideológico, no es más que una falacia argumental fácilmente desmontable, concretamente una generalización apresurada. 

Es decir, tomamos algunos ejemplos aislados para teorizar sobre el supuesto egoísmo del hombre. De esta misma manera errada podríamos concluir que el hombre es generoso por naturaleza, pues hay ejemplos igualmente plausibles de esto. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Tópicos del capitalismo sobre sí mismo.

TÓPICOS DEL CAPITALISMO SOBRE SÍ MISMO 

En el siguiente artículo vamos a intentar desmontar algunos tópicos acerca del capitalismo según los 
cuales es el mejor modo de producción posible.

1- El capitalismo es el sistema que más se adapta a la naturaleza humana. Según esto, habría una naturaleza humana, que se caracteriza por el individualismo, la competencia, la búsqueda del renombre y prestigio personal y del enriquecimiento. Esta justificación es completamente metafísica, puesto que no ve el cambio continuo, sino únicamente las permanencias. Vemos que todos los medios de producción tienen dos ramas: la infraestructura y la superestructura. La infraestructura consta de las fuerzas productivas y los medios de producción. La superestructura es la ideología que envuelve al modo de producción y que se encuentra en la educación, medios de comunicación, religión, cultura, comportamientos, etc. Pero no es la superestructura la que define a un medio de producción, sino el medio de producción el que engendra su superestructura, o dicho de otro modo, el pensamiento está determinado por las condiciones materiales de existencia. 

Veamos un ejemplo en la obra «Principios elementales de filosofía» de Georges Politzer
.
«La fe calvinista convenía a los representantes más audaces de la burguesía de la época. Su doctrina de la predestinación era la expresión religiosa del hecho de que en el mundo comercial de la competencia, el éxito o el fracaso no dependen de la actividad o de la habilidad de un hombre, sino de circunstancias sobre las cuales él nada puede. No se trata de su voluntad o de su acción, sino de la “gracia” de potencias económicas superiores y desconocidas, y esto era especialmente cierto en una época de revolución económica, en que todas las viejas rutas comerciales y todos los viejos centros del comercio eran reemplazados por nuevas rutas y nuevos centros, en que la India y América se abrían al mundo y en que los artículos de fe económica más sagrados -el valor del oro y de la plata- comenzaban a tambalear y a desplomarse.
En efecto, ¿qué ocurre en la vida económica para los comerciantes? Están en competencia. Los comerciantes, los burgueses, han hecho su experiencia de esta competencia en la que hay vencedores y vencidos. Muy a menudo los más listos, los más inteligentes, son vencidos por la competencia, por una crisis que sobreviene y los abate. Esta crisis es para ellos una cosa imprevisible, les parece una fatalidad y esta idea de que sin razón plausible los menos astutos sobreviven a veces a la crisis, es la que ha sido incorporada a la religión protestante. La comprobación de que algunos triunfan por suerte, proporciona esta idea de la predestinación según la cual los hombres deben sufrir una suerte fijada eternamente por Dios. Vemos en este ejemplo de reflejo de las condiciones económicas de qué modo la superestructura es el reflejo de la infraestructura.»

En resumen, no hay una naturaleza humana. Toda la superestructura es reflejo de la infraestructura, nuestras acciones están definidas por el sistema en el que nos desenvolvemos. Otro ejemplo sería la cosmovisión en la Edad Media. En esta época, se decía que el orden social jerárquico compuesto por bellatores (aristocracia), oratores (clero) y laboratores (campesinos) era el orden deseado por Dios. Es decir, igual que según nuestra cosmovisión actual el sistema capitalista es el que mejor se ajusta al orden natural, en la Edad Media era el feudalismo el que respondía a la ley divina. Si en el feudalismo atentar contra ese orden jerárquico era atentar contra Dios, en el capitalismo atentar contra la democracia burguesa es atentar contra nuestra condición natural. Es una justificación teológica (feudalismo) frente a una justificación cientificista (capitalismo), pero ambas responden a unos intereses de clase concretos.

2- El capitalismo es el sistema que mejor permite autorrealizarse al individuo. Aquí hay dos errores de base. A menudo se utiliza el argumento de la valoración del individuo para negar al socialismo. El individuo es anulado en el socialismo, obligado a trabajar para la comunidad sin pensar en sus ambiciones. Volvemos a confundir ideología con naturaleza. La mentalidad individualista es propia del capitalismo, no es consustancial al ser humano.

Lo segundo es que esto no es cierto. El capitalismo frecuentemente obliga a trabajar a los obreros en jornadas extenuantes, no pudiendo conjugar la vida laboral con la vida personal, el ocio y el enriquecimiento cultural. Además le obliga a estar sometido a una perpetua incertidumbre sobre su futuro, sin saber si lo que gana le será suficiente para jubilarse, o si no será despedido. Todo lo que el individuo desee es secundario, puesto que lo principal es asegurarle una subsistencia, tarea no siempre fácil.

Como nos dice Marta Harnecker, la técnica ha permitido un desarrollo sobrado de las fuerzas productivas a tal punto que podríamos tener una vida tranquila y ociosa, pero la misma propiedad privada de los medios de producción es un obstáculo.

«A medida que las fuerzas productivas se desarrollan, el hombre se libera más y más de la tiranía de las fuerzas de la naturaleza. Va conociendo su ambiente natural y logra ir cambiándolo de acuerdo a sus necesidades. Así comienzan los avances de la ciencia y la técnica, que podrían convertir al hombre en amo y señor de la naturaleza y del universo.
Pero el hombre paga un precio elevado por esta primera emancipación. El paso de una sociedad primitiva de autosubsistencia a una sociedad en donde existe excedente significa, a la vez, pasar de una sociedad unida armónicamente a una sociedad dividida en clases. A medida que el hombre se libera de la tiranía de las fuerzas de la naturaleza, cae más y más, bajo la tiranía de las fuerzas sociales que no controla: la tiranía directa de otros hombres, como ocurre en la esclavitud y la servidumbre, o la tiranía oculta bajo la apariencia de libertad y democracia en el sistema capitalista.»

3- El capitalismo provee de libertad económica. El estatismo atenta contra esa libertad. Aquí también hay dos errores. El primero es identificar propiedad privada de los medios de producción con libertad. Al ser privadas y haber economía de mercado, en un afán por imponerse a sus competidores, las empresas intentarán reducir costes y aumentar los beneficios, por lo que los precios se vuelven arbitrarios, muchas veces prohibitivos, por lo que las necesidades del individuo no están cubiertas. Normalmente se dice, y con razón, que un pobre nunca es libre. Está esclavizado por el hambre, que le lleva a malvenderse, a aceptar salarios de miseria.

Otro error es pensar que existe eso llamado libre competencia, es decir, todos partimos de la línea de salida en el juego de mercado y todos podemos llegar a la meta primeros en igualdad de oportunidades. Harnecker también nos habla de esto.

«Ya hemos visto cómo el desarrollo capitalista se produce por el ansia de los capitalistas de ganar siempre más. Esto se logra tratando de explotar al máximo a los trabajadores y tratando de abaratar los costos de producción a través de la modernización de las empresas. Ello permite a los capitalistas que logran cumplir estos objetivos vender en mejores condiciones que los demás. La competencia capitalista va eliminando así, poco a poco, a los capitalistas que van quedando rezagados, y las empresas con una mayor capacidad productiva van apoderándose de todo el mercado. Por esta razón, y porque cada vez se necesitan capitales mayores para poder instalar las empresas de alto nivel tecnológico, el capital va convergiendo cada vez en menos manos. Este proceso de concentración creciente del capital cada vez en menos manos es lo que se llamó CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL.»

Es decir, que la concentración de capital hace que sea imposible partir con igualdad de condiciones en la creación de una empresa. Además, estos monopolios actúan arbitrariamente sobre precios y salarios al eliminarse la competencia.

4- El capitalismo es el único sistema que ha respetado la democracia. La metafísica burguesa divide los conceptos en compartimentos estanco. Así existe la «democracia» y la «dictadura». Pero lo cierto es que como nos enseñó Marx, la historia es la historia de la lucha de clases antagónicas y el estado es una herramienta de dominación de una clase sobre otra. En medios académicos está aceptado que el Imperio Romano representaba los intereses de la aristocracia esclavista y que las monarquías medievales hacían lo propio con la nobleza rentista. Es decir, en el caso de Roma, el imperio sería la democracia de los esclavistas y en la monarquía medieval la democracia de los señores. Pero de repente llegan las revoluciones liberales y la historiografía nos dice que se consagra la democracia interclasista. Es decir, que un vagabundo tiene el mismo poder que un directivo de una multinacional. De repente el estado ya no sirve para apuntalar a una clase, sino para unir armónicamente a todo el entramado social. Esto es grotescamente falso. Seguimos comprobando diariamente cómo los ricos influyen sobre las decisiones políticas. La lucha de clases continúa y la democracia es una democracia de la burguesía y dictadura para el proletariado.

De nuevo veamos un ejemplo a través de Politzer.

«Para tomar un ejemplo más actual, volveremos al de los impuestos. Todos tenemos una idea sobre los impuestos. Los ricos quieren librarse de los gravámenes y son partidarios de los impuestos indirectos; los trabajadores y las clases medias quieren, por el contrario, que los impuestos fiscales sean directos y progresivos. De este modo, pues, la idea que tenemos con respecto a los impuestos, y que es un factor ideológico, tiene su origen en la situación económica en que nos hallamos, y que es creada, impuesta por el capitalismo. Los ricos quieren conservar sus privilegios y luchan para conservar la actual característica del sistema impositivo o para reforzar las leyes en el mismo sentido. Ahora bien: estas leyes, que proceden de las ideas, reaccionan sobre la economía, porque matan al pequeño comercio y al artesanado y precipitan la concentración capitalista.»

5- El capitalismo es el sistema bajo el que se produce con una productividad mayor. Los economistas burgueses nos dicen que la prosperidad se mide por la productividad. Así, da igual que se produzcan aparatos inservibles mientras las necesidades básicas no quedan cubiertas o se degrade el medio ambiente en medio de una carrera por obtener el máximo beneficio. La no planificación y el crecimiento descontrolado provocan crisis de superproducción y paro.

Esto nos explica el Diccionario de Economía Política de la URSS.

«En su afán de ganancias, los capitalistas procuran ampliar sin límites la producción, lanzan al mercado una cantidad de artículos cada vez mayor. Al mismo tiempo, elevan el grado de explotación de los trabajadores y reducen su nivel de vida. Ello hace que la demanda solvente de la población empiece a rezagarse de las posibilidades de producción, lo cual conduce, inevitablemente, a que surjan dificultades para realizar las mercancías producidas en las empresas capitalistas. Las mercancías no se venden, las empresas no pueden reponer sus gastos, se encuentran imposibilitadas de continuar producción. En consecuencia, se altera el proceso de producción en las empresas, en la correspondiente rama y en toda la economía de la sociedad capitalista.»

BIBLIOGRAFÍA
Harnecker, Marta. Monopolios y miseria
Harnecker, Marta. Capitalismo y socialismo.
Politzer, Georges. Principios elementales de filosofía.
Borísov, Zhamin y Makárova. Diccionario de economía política.