TÓPICOS
DEL CAPITALISMO SOBRE SÍ MISMO
En el siguiente artículo vamos a intentar desmontar
algunos tópicos acerca del capitalismo según los
cuales es el mejor modo de
producción posible.
1- El capitalismo es el
sistema que más se adapta a la naturaleza humana. Según esto, habría una naturaleza humana, que se
caracteriza por el individualismo, la competencia, la búsqueda del renombre y
prestigio personal y del enriquecimiento. Esta justificación es completamente
metafísica, puesto que no ve el cambio continuo, sino únicamente las
permanencias. Vemos que todos los medios de producción tienen dos ramas: la
infraestructura y la superestructura. La infraestructura consta de las fuerzas
productivas y los medios de producción. La superestructura es la ideología que
envuelve al modo de producción y que se encuentra en la educación, medios de
comunicación, religión, cultura, comportamientos, etc. Pero no es la
superestructura la que define a un medio de producción, sino el medio de
producción el que engendra su superestructura, o dicho de otro modo, el
pensamiento está determinado por las condiciones materiales de existencia.
Veamos un ejemplo en la obra «Principios elementales
de filosofía» de Georges Politzer
.
«La fe calvinista convenía a los
representantes más audaces de la burguesía de la época. Su doctrina de la
predestinación era la expresión religiosa del hecho de que en el mundo
comercial de la competencia, el éxito o el fracaso no dependen de la actividad
o de la habilidad de un hombre, sino de circunstancias sobre las cuales él nada
puede. No se trata de su voluntad o de su acción, sino de la “gracia” de
potencias económicas superiores y desconocidas, y esto era especialmente cierto
en una época de revolución económica, en que todas las viejas rutas comerciales
y todos los viejos centros del comercio eran reemplazados por nuevas rutas y
nuevos centros, en que la India y América se abrían al mundo y en que los
artículos de fe económica más sagrados -el valor del oro y de la plata-
comenzaban a tambalear y a desplomarse.
En efecto, ¿qué ocurre
en la vida económica para los comerciantes? Están en competencia. Los
comerciantes, los burgueses, han hecho su experiencia de esta competencia en la
que hay vencedores y vencidos. Muy a menudo los más listos, los más
inteligentes, son vencidos por la competencia, por una crisis que sobreviene y
los abate. Esta crisis es para ellos una cosa imprevisible, les parece una
fatalidad y esta idea de que sin razón plausible los menos astutos sobreviven a
veces a la crisis, es la que ha sido incorporada a la religión protestante. La
comprobación de que algunos triunfan por suerte, proporciona esta idea de la
predestinación según la cual los hombres deben sufrir una suerte fijada
eternamente por Dios. Vemos en este ejemplo de reflejo de las condiciones
económicas de qué modo la superestructura es el reflejo de la infraestructura.»
En resumen, no hay una
naturaleza humana. Toda la superestructura es reflejo de la infraestructura,
nuestras acciones están definidas por el sistema en el que nos desenvolvemos.
Otro ejemplo sería la cosmovisión en la Edad Media. En esta época, se decía que
el orden social jerárquico compuesto por bellatores (aristocracia), oratores (clero)
y laboratores (campesinos) era el orden deseado por Dios. Es decir, igual que según
nuestra cosmovisión actual el sistema capitalista es el que mejor se ajusta al
orden natural, en la Edad Media era el feudalismo el que respondía a la ley
divina. Si en el feudalismo atentar contra ese orden jerárquico era atentar
contra Dios, en el capitalismo atentar contra la democracia burguesa es atentar
contra nuestra condición natural. Es una justificación teológica (feudalismo) frente
a una justificación cientificista (capitalismo), pero ambas responden a unos
intereses de clase concretos.
2-
El capitalismo es el sistema que mejor permite autorrealizarse al individuo. Aquí
hay dos errores de base. A menudo se utiliza el argumento de la valoración del
individuo para negar al socialismo. El individuo es anulado en el socialismo,
obligado a trabajar para la comunidad sin pensar en sus ambiciones. Volvemos a
confundir ideología con naturaleza. La mentalidad individualista es propia del
capitalismo, no es consustancial al ser humano.
Lo segundo es que esto
no es cierto. El capitalismo frecuentemente obliga a trabajar a los obreros en
jornadas extenuantes, no pudiendo conjugar la vida laboral con la vida
personal, el ocio y el enriquecimiento cultural. Además le obliga a estar
sometido a una perpetua incertidumbre sobre su futuro, sin saber si lo que gana
le será suficiente para jubilarse, o si no será despedido. Todo lo que el
individuo desee es secundario, puesto que lo principal es asegurarle una
subsistencia, tarea no siempre fácil.
Como nos dice Marta
Harnecker, la técnica ha permitido un desarrollo sobrado de las fuerzas
productivas a tal punto que podríamos tener una vida tranquila y ociosa, pero
la misma propiedad privada de los medios de producción es un obstáculo.
«A medida que las fuerzas productivas se
desarrollan, el hombre se libera más y más de la tiranía de las fuerzas de la
naturaleza. Va conociendo su ambiente natural y logra ir cambiándolo de acuerdo
a sus necesidades. Así comienzan los avances de la ciencia y la técnica, que
podrían convertir al hombre en amo y señor de la naturaleza y del universo.
Pero el hombre paga un precio elevado por esta
primera emancipación. El paso de una sociedad primitiva de autosubsistencia a
una sociedad en donde existe excedente significa, a la vez, pasar de una
sociedad unida armónicamente a una sociedad dividida en clases. A medida que el
hombre se libera de la tiranía de las fuerzas de la naturaleza, cae más y más,
bajo la tiranía de las fuerzas sociales que no controla: la tiranía directa de
otros hombres, como ocurre en la esclavitud y la servidumbre, o la tiranía
oculta bajo la apariencia de libertad y democracia en el sistema capitalista.»
3- El capitalismo provee
de libertad económica. El estatismo atenta contra esa libertad. Aquí también hay dos errores. El primero es
identificar propiedad privada de los medios de producción con libertad. Al ser
privadas y haber economía de mercado, en un afán por imponerse a sus
competidores, las empresas intentarán reducir costes y aumentar los beneficios,
por lo que los precios se vuelven arbitrarios, muchas veces prohibitivos, por
lo que las necesidades del individuo no están cubiertas. Normalmente se dice, y
con razón, que un pobre nunca es libre. Está esclavizado por el hambre, que le
lleva a malvenderse, a aceptar salarios de miseria.
Otro error es pensar que existe eso llamado libre
competencia, es decir, todos partimos de la línea de salida en el juego de
mercado y todos podemos llegar a la meta primeros en igualdad de oportunidades.
Harnecker también nos habla de esto.
«Ya hemos visto cómo el
desarrollo capitalista se produce por el ansia de los capitalistas de ganar
siempre más. Esto se logra tratando de explotar al máximo a los trabajadores y
tratando de abaratar los costos de producción a través de la modernización de
las empresas. Ello permite a los capitalistas que logran cumplir estos
objetivos vender en mejores condiciones que los demás. La competencia capitalista
va eliminando así, poco a poco, a los capitalistas que van quedando rezagados,
y las empresas con una mayor capacidad productiva van apoderándose de todo el
mercado. Por esta razón, y porque cada vez se necesitan capitales mayores para
poder instalar las empresas de alto nivel tecnológico, el capital va convergiendo
cada vez en menos manos. Este proceso de concentración creciente del capital
cada vez en menos manos es lo que se llamó CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL.»
Es decir, que la
concentración de capital hace que sea imposible partir con igualdad de
condiciones en la creación de una empresa. Además, estos monopolios actúan
arbitrariamente sobre precios y salarios al eliminarse la competencia.
4-
El capitalismo es el único sistema que ha respetado la democracia.
La metafísica burguesa divide los conceptos en compartimentos estanco. Así
existe la «democracia» y la «dictadura». Pero lo cierto es que como nos enseñó
Marx, la historia es la historia de la lucha de clases antagónicas y el estado
es una herramienta de dominación de una clase sobre otra. En medios académicos
está aceptado que el Imperio Romano representaba los intereses de la
aristocracia esclavista y que las monarquías medievales hacían lo propio con la
nobleza rentista. Es decir, en el caso de Roma, el imperio sería la democracia
de los esclavistas y en la monarquía medieval la democracia de los señores.
Pero de repente llegan las revoluciones liberales y la historiografía nos dice
que se consagra la democracia interclasista. Es decir, que un vagabundo tiene
el mismo poder que un directivo de una multinacional. De repente el estado ya
no sirve para apuntalar a una clase, sino para unir armónicamente a todo el
entramado social. Esto es grotescamente falso. Seguimos comprobando diariamente
cómo los ricos influyen sobre las decisiones políticas. La lucha de clases
continúa y la democracia es una democracia de la burguesía y dictadura para el
proletariado.
De nuevo veamos un
ejemplo a través de Politzer.
«Para tomar un ejemplo
más actual, volveremos al de los impuestos. Todos tenemos una idea sobre los
impuestos. Los ricos quieren librarse de los gravámenes y son partidarios de
los impuestos indirectos; los trabajadores y las clases medias quieren, por el
contrario, que los impuestos fiscales sean directos y progresivos. De este
modo, pues, la idea que tenemos con respecto a los impuestos, y que es un
factor ideológico, tiene su origen en la situación económica en que nos
hallamos, y que es creada, impuesta por el capitalismo. Los ricos quieren
conservar sus privilegios y luchan para conservar la actual característica del
sistema impositivo o para reforzar las leyes en el mismo sentido. Ahora bien:
estas leyes, que proceden de las ideas, reaccionan sobre la economía, porque
matan al pequeño comercio y al artesanado y precipitan la concentración
capitalista.»
5- El capitalismo es el
sistema bajo el que se produce con una productividad mayor. Los economistas burgueses nos dicen que la
prosperidad se mide por la productividad. Así, da igual que se produzcan
aparatos inservibles mientras las necesidades básicas no quedan cubiertas o se
degrade el medio ambiente en medio de una carrera por obtener el máximo beneficio.
La no planificación y el crecimiento descontrolado provocan crisis de
superproducción y paro.
Esto nos explica el Diccionario de Economía Política
de la URSS.
«En su afán de ganancias, los capitalistas procuran ampliar sin límites la producción, lanzan al mercado una cantidad de artículos cada vez mayor. Al mismo tiempo, elevan el grado de explotación de los trabajadores y reducen su nivel de vida. Ello hace que la demanda solvente de la población empiece a rezagarse de las posibilidades de producción, lo cual conduce, inevitablemente, a que surjan dificultades para realizar las mercancías producidas en las empresas capitalistas. Las mercancías no se venden, las empresas no pueden reponer sus gastos, se encuentran imposibilitadas de continuar producción. En consecuencia, se altera el proceso de producción en las empresas, en la correspondiente rama y en toda la economía de la sociedad capitalista.»
BIBLIOGRAFÍA
Harnecker, Marta. Monopolios y miseria
Harnecker, Marta. Capitalismo y socialismo.
Politzer, Georges. Principios elementales de
filosofía.
Borísov, Zhamin y Makárova. Diccionario de economía
política.