ECONOMÍA: EL SOCIALISMO
SOVIÉTICO
El
capitalismo se ha mostrado sobradamente inoperante. En la actual crisis
económica sería un embuste seguir defendiendo un modelo obsoleto y destructivo.
El capitalismo nunca podrá asegurar el reparto equitativo de los bienes, ni el
bienestar social ni tan siquiera la alimentación de las gentes. Es un modelo
tan hipertrofiado y destartalado que resulta imposible corregir o arreglar.
¿Cuál es el
origen de la actual situación? En el capitalismo domina la anarquía de la producción. Los capitalistas producen mercancías sin
tener en cuenta que sean servicios o que sean útiles a la sociedad, habiendo en
ocasiones déficit de bienes de primera necesidad. Sólo atienden a un criterio:
la rentabilidad. En su afán de conseguir mayores beneficios producen
compulsivamente, compitiendo con otras empresas por el dominio del sector. Para
ello utilizan diversas tretas, como el alza de los precios. El alza de los
precios hace menos accesible el producto a las masas. Por este u otros motivos
la excesiva producción hace que dicha mercancía sea repudiada, la demanda
decrezca y se entre en una crisis de
superproducción. Al no poder amortizar el precio de la producción la
empresa entra en crisis, teniendo que disminuir la producción o despidiendo a
sus trabajadores. Estas crisis sólo se solucionan con la destrucción de parte
de la producción y de empresas, con lo que desaparecen las más pequeñas y se
acentúa la concentración monopolística.
El paro también es una lacra común en las sociedades capitalistas. Las empresas
siempre van a medir la necesidad de trabajadores del modo que pierdan menos en
su contratación. Van a emplear el menor número posible de trabajadores y a los
que empleen los tendrán en condiciones ímprobas. Esta es la superpoblación relativa, es decir, habrá
una sobrepoblación en relación al volumen de mano de obra que una empresa
necesite para sus propios fines, el
máximo beneficio. Por ello siempre en una sociedad capitalista habrá paro forzoso crónico, puesto que la
necesidad de mano de obra concierne a cada empresa.
Estas
siempre serán condiciones inherentes al capitalismo, por mucha regulación,
condiciones de contratación y de despido, convenios, etc.
En contra de
lo que hace el capitalismo, el socialismo se basa en la planificación, es
decir, la producción coordinada que elimina la anarquía de la producción y
evita las crisis periódicas. El volumen de mano de obra no se mide según la
rentabilidad o la eficiencia sino según las necesidades sociales y el
bienestar. En el socialismo no hay un ejército industrial de reserva. Tampoco
hay especulación financiera que deriva en el alza de precios, la inflación y la
crisis. Los precios los regula el estado, no se trafica con ellos, no se hacen
más privativos los servicios.
El
socialismo es una necesidad histórica, también con la pervivencia de la
naturaleza, puesto que la producción acelerada remite en la destrucción del
medio ambiente. Decrecimiento y
planificación deben ser los criterios que guíen la economía, al contrario que
los conceptos atávicos y egocéntricos de la competitividad, que llevan a la
ruina moral y a la cosificación del igual.
¿Cuál es
entonces el problema del socialismo en su aplicación? En el socialismo real
hemos asistido a la rápida asimilación de modos de vida capitalistas, al
enriquecimiento, etc. Los jerarcas de los antiguos países socialistas algunos
de ellos pertenecían al partido o eran jefes de fábrica. El problema es que las
fábricas actuaban como empresas capitalistas estatalizadas, cuando el
socialismo tiene que ser una preparación para el comunismo, tienen que
cambiarse las superestructuras. Una empresa debe estar socializada y
organizarse democráticamente y horizontalmente. El conjunto de los trabajadores
de una empresa es el sóviet, que se organizan según el Gósplan.
POLÍTICA: LA DEMOCRACIA
POPULAR
Según los
apologetas del liberalismo, desde la revolución francesa nos hallamos en una
democracia. Democracia, palabra compuesta del griego, que significa
literalmente ‘’gobierno del pueblo’’.
Así de cínicos se muestran al decir que el pueblo gobierna.
En una
democracia representativa, el órgano de poder máximo es la asamblea
representativa. Los procuradores votan y mandan ejecutar las leyes. El pueblo
no vota las leyes, no las redacta. Se limita a votar cada cierto número de años
la composición del parlamento. Bueno, ni tan siquiera. Vota a diferentes
partidos (de los que no vota su programa). La composición se forma dentro del
partido. El parlamento vota al presidente del gobierno (no el pueblo) y el
presidente forma su gobierno según su propio criterio. A partir de ahí el
presidente gobierna con mano de hierro durante los años que dure su
legislatura, imponiendo su postura a su equipo de gobierno, a su partido, al
parlamento y al pueblo entero. El parlamento ni siquiera actúa como censor de
sus leyes, puesto que la mayoría gobernante forma parte del partido del
presidente. El pueblo ni siquiera vota al partido, puesto que la mitad de la
población puede oponerse a la elección del presidente. La mitad de la población
desaprueba a su máximo gobernante puesto que puede salir elegido gracias a los
trapicheos de los delegados, coaliciones, favores a los intereses partidistas,
etc. En el período que gobierna no lo hace para el pueblo, sino respecto a sus
intereses de partido, de clase. Por representar la asamblea ni representa, sino
que los políticos son profesionales, pertenecen a otra casta, están divorciados
del pueblo. No hay asalariados en sus filas, trabajadores de un sector, etc,
por lo que no pueden representar una realidad que no conocen. Esta democracia es
una impostura. Incluso el pueblo puede ser desfavorable en cierto momento al
presidente, pero este no puede ser revocable, por lo que está gobernando contra
la mayoría.
La
democracia en el estado capitalista burgués es sólo un embuste que sirve para
apuntalar el orden de explotación vigente.
La solución
sería conjugar la democracia representativa, participativa con la directa. Esta
no es una democracia representativa, sustitutiva del pueblo, sino directa, el
pueblo ejerce su propia
representación.
representación.
POLÍTICA EXTERIOR: EL NEUTRALISMO ACTIVO.
Estamos
asistiendo a una época de reinado absolutista de las potencias imperialistas
capitaneadas por EEUU y la Unión Europea. Estos quitan y ponen gobiernos, a
través de golpes de estado, encubiertos (sustitución del presidente de Grecia
Papandreu por mandato divino de la Unión Europea) o manifiesto, a través de
incitación a la rebelión, de la facilitación de armamento o de la invasión. Por
supuesto estos ‘’reemplazos’’ se hacen con la excusa de la ‘’democratización’’
La democracia sólo puede estar ajustada a sus cánones, la representatividad y
el partidismo convirtiendo esta idea en un absoluto, en una imposición, un
dogma. La insubordinación a este arbitraje internacional, a esta intromisión en
la soberanía a través de la existencia de la OTAN, UE o FMI ya es todo un desafío
y motivo de amonestación. Un país soberano que aspire a la independencia debe
desligarse del yugo de estos organismos coercitivos. La revolución socialista
debe ir precedida por la lucha de liberación nacional, y un país socialista
debe apoyar esta lucha, aunque sea la lucha de la burguesía patriota contra la
burguesía vendida. Se debe luchar por la democratización de los organismos
internacionales, la supresión del Consejo de Seguridad de la ONU que es
utilizado como maniobra para realizar intervenciones imperialistas y genocidas,
la refundación del Movimiento de Países no Alineados a partir de los cinco
criterios de integración, la salida de las bases militares extranjeras dentro
de un país, etc. Asimismo la retirada inmediata de alianzas capitalistas neoliberales
como la UE y la creación o participación en organizaciones basadas en el
internacionalismo y la solidaridad como el ALBA.
IDEOLOGÍA: EL MARXISMO
LENINISMO
El estado
que proponemos no es un estado sincrético, ecléctico o transversal. No
proponemos tampoco una revisión del marxismo leninismo, sino una actualización
a la realidad actual. En ningún caso dicho estado debe convertir su revolución
en exportable a otros países. Cada país, cada pueblo debe adaptar la revolución
a su realidad y a su contexto. Tampoco se debe imponer la aculturación, la
asimilación cultural e ideológica, sino la coexistencia entre naciones y la
solidaridad internacionalista con estados independientes, sean o no
socialistas, si combaten contra el imperialismo.
Dicho esto reconocemos
la existencia del partido de vanguardia
proletaria, no partido en el sentido electoralista. La organización de
dicho partido en torno al centralismo
democrático y reconocemos el estado como una dictadura del proletariado, dictadura de las clases trabajadoras
sobre la burguesía y de la teoría de la lucha
de clases como ley natural de la historia y mecanismo de progreso de la
sociedad.